24 abril, 2024

Un reciente estudio descubrió que la mayoría de la población mundial consume fibras de plástico microscópicas al beber agua, ya sea de la llave o embotellada.

Investigadores de Orb Media recolectaron 159 muestras de agua potable en cinco continentes y notaron que 83 % contenían plástico. Esta contaminación desafía la riqueza y la geografía: el número de fibras plásticas encontradas en el agua de grifo de la Torre Trump en Estados Unidos, no fue diferente de la que se encontró en las muestras de ciudades de África.

Orb encontró fibras plásticas en el agua embotellada de las principales marcas y en hogares que usan filtros. Una persona que bebe dos litros de agua al día, o bebidas como café, té y refresco, puede ingerir ocho fibras de plástico, el equivalente a más de 2 mil 900 al año.

El plástico invisible está dentro de nuestro organismo. Dentro de nuestros bebés. Dentro de la reina de Inglaterra. “La reina Isabel probablemente ha ingerido una buena cantidad de plástico, al igual que [el príncipe] Charles, y toda clase de personas”, dijo Mark Browne, un eco-toxicólogo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia.

“Sabíamos que este plástico vuelve a nosotros a través de nuestra cadena alimenticia. Ahora vemos que vuelve a nosotros a través de nuestra agua potable. ¿Tenemos una salida?”, comentó Muhammad Yunus, galardonado con el Premio Nobel de la Paz y fundador del Banco Grameen, le comentó a Orb.

“Hemos sido advertidos antes sobre la amenaza del plástico para la vida y el planeta. Pero no me di cuenta del riesgo que corre nuestra vida hasta que se presentaron estas nuevas conclusiones de las investigaciones. Vemos que la soga se está apretando más y más alrededor de nuestro cuello”, dice Yunus.

Sin soluciones

Pero los gobiernos no han examinado lo que el plástico en el agua potable, la comida y el aire podría significar para el bienestar humano. El gobierno de Estados Unidos no regula las partículas de plástico en el agua potable, tampoco el mexicano lo hace. “La investigación sobre la salud humana está todavía en sus primeros pasos”, dijo Lincoln Fok, un científico ambiental en la Universidad de Educación de Hong Kong.

Los científicos estiman que billones de piezas de plástico están bloqueadas en el casquete polar ártico que se está derritiendo y que un billón más flota en la superficie del océano.

Si bien se desconoce el volumen de plástico menos flotante que se esconde bajo las olas, un estudio realizado en 2015 encontró plástico en los intestinos del 28% de los peces en un mercado indonesio En California, el 25% de los peces y el 33% de los moluscos incluidos en la muestra contenían plástico.

Los investigadores temen que las partículas de plástico en los mariscos puedan contribuir a las enfermedades humanas al liberar las toxinas absorbidas por el agua contaminada y al secretar sus propios ingredientes químicos.

“Tenemos suficiente información a partir de la observación de la vida silvestre”, dijo Mason, presidente del departamento de geología y ciencias ambientales de la Universidad Estatal de Nueva York en Fredonia. “Si está afectando a la vida silvestre, ¿cómo pensamos que no nos va a afectar a nosotros de alguna manera? Lo que no sabemos es qué implicación podría tener para la salud humana.”

No desaparecen los residuos

El  mundo   produce 300 millones de toneladas de plástico cada año. Más de  40%     se usa una sola vez, a veces por menos de un minuto, y se desecha. Pero este material  persiste en el medio ambiente durante siglos.

Las fábricas del mundo producen más de 300 millones de toneladas de plástico cada año: ese es el peso equivalente a 46 Grandes Pirámides de Guiza cada 12 meses.

Más del 40 por ciento de ese plástico –contenedores, bolsas plásticas de supermercado, popotes–  es usado una vez para luego ser desechado. Eso es el equivalente a 18 Pirámides lanzadas a la basura. O al río.

Si se deja en el campo cualquier cosa fabricada antes de la década de los cuarenta, desde una antigua hacha china hasta un motor de vapor escocés, a través de las estaciones y los años, el metal se oxidará y se escamará, la madera se desmoronará y se pudrirá, y estos artículos de uso humano volverán a la tierra.

Pero el plástico es todo lo contrario. El frágil tenedor que usamos en el almuerzo puede romperse pero, a falta de fuego, no será destruido. Mientras el hierro y el acero se convierten en óxido, la única concesión del plástico es fragmentarse en trozos cada vez más pequeños de sí mismo hasta alcanzar un tamaño microscópico, un contaminante que persistirá durante miles de años.

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