14 julio, 2025

Por Marisol Rodríguez

En México, entre el 7 y 10 por ciento de la población infantil vive con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), de acuerdo al Instituto Nacional de Psiquiatría y asociaciones como la Red TDAH México.

Cada 13 de julio se conmemora su día internacional, el cual tiene como objetivo sensibilizar y crear conciencia en la población sobre este trastorno crónico del desarrollo neurocognitivo.

La doctora en educación, maestra en comunicación y psicóloga Betsabé Ruizesparza Flores señala que el TDAH se da cuando una persona presenta inatención, hiperactividad y/o impulsividad que interfieren en su vida diaria.

“Las características se toman de los criterios del DSMV (Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales) donde explica que hay una dificultad para prestar atención y para mantenerla, no siguen instrucciones, pareciera que no escuchan, extravían objetos, se distraen fácilmente y son muy olvidadizos”, agrega.

La principal diferencia entre un niño inquieto o disperso y uno con diagnóstico real de TDAH es que el primero es capaz de mantener la atención, es más cuidadoso con sus cosas personales y puede hacer lo que se le dice en el momento sin distraerse; mientras que, el segundo no puede sostener la atención a una tarea por más sencilla que sea.

Foto: Freepik

El aula, un reto

Un niño con TDAH siempre destacará en clases al levantarse de su asiento, estar inquieto y hablar en exceso, lo que puede significar un problema para el ambiente en el aula.

Lo anterior genera efectos emocionales como un posible bullying de sus compañeros y acoso e intimidación por parte de los docentes, lo que puede desencadenar inseguridad, tics nerviosos, depresión clínica y/o un trastorno de ansiedad.

“Desafortunadamente a pesar de que es un trastorno mal utilizado como objetivo calificativo, rara vez se pone atención a lo que sucede en el aula y en el rendimiento escolar de un niño con esta condición, ya que necesitará valoraciones neurológica y psiquiátrica para que le den el medicamento adecuado y pueda adaptarse más a su entorno; otros trastornos del neurodesarrollo pueden no ser tan desafiantes como seguirle el ritmo a un niño con TDAH”, señala.

Diagnóstico temprano, clave

Si se sospecha de un caso de TDAH, es ideal hacer una valoración formal antes de los 12 años.

“El diagnóstico temprano es sin duda un punto de partida positivo para el niño, puesto que se ven opciones de dónde recibirá la mejor educación y no será juzgado o sufrirá acoso escolar; el saber que el niño lo padece prepara no solo al docente, sino a los padres de familia para afrontar la educación del niño de la mejor manera posible”, comenta.

Sobre el tratamiento, la especialista menciona que una vez que se diagnostica, en psicoterapia se puede apoyar al niño y a los padres a comprender el trastorno y cómo sobrellevarlo en casa y en la escuela.

“En la mayoría de los casos es necesaria la medicación, la cual ayuda a que el niño logre poner atención y su paso por la educación sea más efectiva y saludable”, añade.

Por último, invita a los padres de familia a no tenerle miedo a este trastorno, “no es significado de fracaso o de una mala vida, si el niño recibe el apoyo adecuado no tendrá problemas para desarrollarse en cualquier ámbito”.

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