Por Weekend
Es bien sabido por todos que las vitaminas son necesarias para un correcto funcionamiento de nuestro cuerpo, ya que los órganos las necesitan para realizar sus diferentes funciones.
Entre ellas está la vitamina D, una de sus principales peculiaridades es que el cuerpo no tiene facilidad a la hora de sintetizarla y para que el organismo la aproveche es necesaria la energía solar, al igual que algunos alimentos.
Entre sus principales funciones, destaca la formación y crecimiento de los huesos, ya que favorece a que el calcio y fósforo se incorporen al tejido óseo.
Además, también participa en la maduración de las células inmunológicas, como los glóbulos blancos. Por lo que, es necesaria para luchar adecuadamente contra las infecciones.
En su libro ‘La vitamina de la felicidad’, el doctor Michael F. Holick, profesor de medicina, fisiología y biofísica en la Universidad de Boston, explica su potencial y la plantea como un arma secreta contra gérmenes y enfermedades autoinmunes.
Al aumentar su reserva lo que estaremos haciendo es ayudar al cuerpo a que absorba el calcio de los alimentos que ingerimos para su correcto funcionamiento, aumentar la capacidad de nuestro sistema inmunológico y mejorar notablemente nuestro estado de ánimo.
Cómo aumentar sus niveles
La exposición al sol es la principal fuente de la vitamina D; su 80 por ciento se obtiene mediante la síntesis cutánea por medio de la radiación solar.
Dermatólogos recomiendan tomar el sol entre cinco y diez minutos al día, ya sea paseando, saliendo a la terraza o jardín.
Otra vía para obtenerla es la alimentación, así que considera en tu dieta los siguientes alimentos: pescado azul como el salmón, atún y sardinas, la yema del huevo y los lácteos, entre ellos el queso, leche y yogurt.
El ejercicio es otro aliado, ya que activar la circulación sanguínea ayuda a que una mayor cantidad llegue a los huesos; caminar, correr, saltar, pasear en bici o cualquier practica de cardio son buenas opciones para colaborar con las reservas de vitamina D.