“Amo la vida de todo corazón, quiero sentir el pulso de todo lo que vive, expresarlo a través de la música”, platica con júbilo Romayne Wheeler, El Pianista de la sierra Tarahumara.
Desde hace 25 años ha hecho de esta región chihuahuense su hogar y una fuente de inspiración para crear su música.
Para Wheeler, originario de California, la música es una pasión desde que estaba en el vientre de su madre –maestra de piano–, y afirma que es la vida misma.
Es como un puente a lo eterno. Cuando uno está fluyendo con la música siente que es parte del universo, de lo eterno”
Enamorado de la sierra Tarahumara
Tras doce años de estudio en composición y piano en Austria, Wheeler regresó a Estados Unidos para estudiar la música autóctona con los Navajo y Hopi en los setentas. Iba cada año y permanecía por dos meses, pero en una ocasión nevó tanto que no pudo trasladarse y durante su espera se encontró con una revista de National Geographic que incluía imágenes de la sierra Tarahumara.
El amor surgió de inmediato y tan pronto pudo viajó a la región, donde fue acogido de inmediato por los rarámuris, “cada año era más difícil decirles adiós. Después de 12 años de estar yendo y viniendo entre mis conciertos, decidí dejar Viena y venir”.
Al principio lo vio como un retiro para componer música, pero al darse cuenta de sus necesidades, decidió que lo recaudado de sus conciertos se destinaría a un dispensario de medicinas y un programa de becas.
Fluye con la música
Para Wheeler uno de los momentos más supremos es cuando fluye con la música, “te olvidas de cómo te llamas”, dice entre risas, y continúa diciendo que “simplemente estás ahí como en un río musical que fluye por el universo y a veces el aplauso final hasta te asusta, porque estás ahí tan dichoso que no quieres que nunca termine”.
De sus mayores reconocimientos recuerda cuando estuvo en la prestigiosa sala Brahms en Viena, “di uno de mis primeros conciertos tocando mi música. Cuando me recibieron con entusiasmo sentí ‘vale la pena sacar esta música’”.
Y entre sus piezas favoritas se encuentra “Recuerdos de la Alhambra” de Francisco Tárrega, la cual afirma le cambió la vida cuando tenía nueve años.
“La escuché con Andrés Segovia en San Juan, Puerto Rico. Me conmovió tanto… sentí que lo más bello de la vida estaba plasmado en esa pieza, de ahí en adelante la música se convirtió no en un hobby, sino en una pasión”, platica.
Amante de las montañas y la pintura
Uno de sus pasatiempos favoritos es caminar entre las montañas; ha hecho travesías por los Alpes de Austria, el Hindú Kush en Afganistán y los Andes de Perú.
En México la zona del Popocatépetl también la llegó a explorar allá por 1985, “estar realmente integrado a la montaña siempre ha sido para mí lo más cercano a Dios que uno puede llegar”, afirma.
Otra de sus aficiones es la pintura, gusto que heredó de su padre, quien a su vez la practicó como un hobby toda su vida.
Wheeler ha combinado la tinta china con la acuarela y óleo para crear exposiciones bajo el título “Gráfica musical”, “me gusta especialmente dedicarme a los insectos, hay mucha belleza si uno le ve con la lupa”, comenta.
Romeyno Gutiérrez: su legado
Reconocido como el primer pianista rarámuri, Romeyno Gutiérrez, el primero de sus 46 ahijados, ya sigue su huella en la música.
“Ya fue conmigo dos veces a Europa, quiero que él se encamine y se lance bien para que mi vida tenga continuidad a través de lo que él hace”, finaliza.