Lo que para muchos puede ser el final de una vida, para esta mujer originaria de Jiménez, Chihuahua fue el comienzo de un camino que pudo atravesar gracias a su fe y al apoyo de su hijo Farid.
Fue hace cinco años y medio que María del Carmen Buhaya Galván se enfrentó a la muerte debido a un cáncer papilar tiroideo del que se enteró gracias a un médico que solo le daría los resultados de una mamografía.
“La vida y Dios te pone todo en el camino. Yo iba con mi doctor, el cual no estaba; estaba supliéndolo el doctor Armando Duarte, un ginecooncólogo, quien checó la mamografía y vio que todo estaba muy bien, pero le interesó mi peso y dijo: ‘Oye, ¿por qué estás tan pasadita de peso? Hacía tiempo que no te veía’, y le contesté que hace seis meses me habían operado de la columna, por lo que me dio una revisadita, en la que me tocó una bolita en la clavícula, que yo creía era una contractura muscular”.
La bolita en la clavícula, además de una sensación de adormecimiento en el brazo que ya había manifestado, así como la sospecha del médico, provocaron que se llevaran a cabo una resonancia y un ultrasonido, a los cuales siguió una biopsia de manera urgente, misma que María del Carmen se hizo tomada de la mano de su hijo Farid Piña, quien desde un principio dejó a un lado su vida para avocarse a la salud de su madre.
Continuó su historia
Luego de dos intentos, doña Carmen fue ingresada por tercera ocasión a una peligrosa intervención quirúrgica, en la cual se creía que solo sacarían un tumor, pero durante la cirugía hallaron 11 cuerpos del tamaño de un limón, de los cuales nueve eran malignos, por lo que también recibió 25 sesiones de radiación: un tratamiento que llevó a cabo con gran valentía, pues en la quimioterapia número 17 los médicos ya no querían continuar, ya que consideraban que su organismo se encontraba “muy quemado”, situación a la que se opuso.
“Con la ayuda de mi hijo aguanté las 25 y terminando las sesiones vino el yodo nuclear en un cuarto cerrado de puro plomo y después de eso cada 6 meses me escanean y me aplican el yodo para hacer el rastreo corporal, desde el último cabello hasta la punta de los pies”.
Actualmente María del Carmen se encuentra libre del cáncer, enfermedad que desde un principio tomó con una actitud inquebrantable.
Cuestión de fe
“El cáncer es una bendición para las personas que nos toca. Yo agradezco que fui yo y no mi familia, mis hijos, mis hermanos, mi nieto… La gente tiene mucho temor cuando oye la palabra cáncer, pero todo es cuestión de fe y la actitud con la que lo tomas… Dios me eligió, yo me siento bendecida… Bienvenido todo lo que me mande Dios”.
La productora cuenta que aún hay personas que no saben que padeció cáncer: “Nosotros no publicamos lo de mi problema, inclusive hay gente ahorita que no sabe que estoy enferma”, pues lo supo disimular gracias a su actitud y carisma, pero aun así no pudo evitar secuelas, como el uso de un respirador artificial y tener que dormir en un sillón reclinable, ya que en una cama se marea: “Esto se debe a que me quitaron toda la cabeza para poderme operar, me iban quitando de poquito en poquito hasta que me degollaron de un lado a otro”.
Y pese a lo padecido, confiesa que nunca le ha reclamado a Dios, a quien le pedía sobrellevar su sufrimiento sin que lo supieran sus hijos. “Llegaba la gente y yo no quería que me vieran sufrir; a mi nieto lo corría de ahí, le decía a mi hija que se lo llevara; a Farid en las madrugadas lo mandaba a traer medicamentos, yo llegaba a la clínica de las radiaciones y al doctor le decía que estaba bien”.
Lo inesperado
La señora Buhaya Galván cuenta que en medio de la enfermedad también supo con quiénes podía contar incondicionalmente, e incluso descubrió amistades que nunca imaginó tener, como la del comediante mexicano Freddy Ortega, quien después de una entrevista se acercó a ella para hablar sobre su padecimiento, lo cual ella describe como “un encuentro muy especial”.
“Freddy en vez de estar charlando con Farid se me quedaba viendo y al terminar la entrevista le dije que si nos podíamos tomar una foto, a lo cual él respondió que sí, y en el oído me dice: ‘¿qué te pasó?, ¿podemos platicar un rato?, dame unos 20 minutos…’ Nos metimos en el camerino, platicamos y él me comentó qué iba a pasar con las radiaciones, me dijo que eran como una lija, que eran la mano de Dios, que iban a quitar todo lo malo que se quedó ahí”, cuenta la mujer que ahora tiene una relación cercana con el mascabrother.
Ahora doña Carmen, después de triunfar ante el cáncer, lo único que espera es que quienes pasan por una situación similar sanen de la misma manera que lo hace ella, quien tuvo siempre a su hijo, el cual estuvo al pie del cañón sin importar el dolor y la situación a la que se enfrentaron.
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Me preguntan ‘¿tuviste cáncer?’, y yo respondo que sí, pero como no me gustó como amigo, lo eliminé”