“Las mejores cosas de la vida pasan por accidente, no las planeamos”, expresa el dramaturgo Edeberto “Pilo” Galindo, quien por accidente descubrió su amor por el teatro.
Todo comenzó cuando un amigo lo invitó a ver una obra en un festival que no fue nada de su agrado, “al día siguiente me dice ‘vamos a ver otra’ y le digo ‘a mí no me gusta el teatro, está espantosa la obra, me aburrí’… me dice ‘actúa tu hermano’, y pues fui”.
En escena se presentaba una historia de Vicente Leñero, dirigida por Octavio Trías con un grupo de teatro universitario.
Galindo –que en ese entonces escribía narrativa– quedó impactado, “a las dos semanas ya tenía mi primera obra de teatro y dije ‘por mientras’, y ese por mientras ha durado 35 años. Abandoné la narrativa y me dediqué a escribir drama”.
Enamorado de la literatura
Lo que más disfruta el dramaturgo en esta profesión es escribir, “estoy enamorado y me encanta la literatura. Hubo un tiempo que escribí mucha poesía, muchos cuentos, pero el teatro me absorbió”.
Sus 35 años de trayectoria los ha pasado por un camino que describe como “sinuoso, difícil, muy arduo, accidentado”.
Para mantenerse en él dice que la clave ha sido su terquedad: “Es un asunto que tiene que ver con la vocación. Desde niño me encantaba escribir, lo disfruto mucho”.
Entre obras y reconocimientos
El dramaturgo, que se ha distinguido por escribir desde un sentido más social, afirma que cada obra es especial porque retrata un modo, un momento o algún sentimiento.
Por ejemplo, “‘Lomas de poleo’ fue dolorosa por los asesinatos de las mujeres en la ciudad. Mi amigo Octavio Trías la estaba montando y falleció antes de llevarla a escena. Es una obra que le tengo especial cariño”.
De sus reconocimientos más importantes destacan el Juan Ruiz de Alarcón y su primer Víctor Hugo Rascón Banda, que recibió de manos del propio dramaturgo.
Un hombre feliz
Galindo se describe como “un tipo feliz” que ama lo que hace. En sus tiempos libres le gusta jugar tochito callejero con los chavos de un grupo de teatro.
Se dice admirador de mucha gente, entre ellos Víctor Hugo Rascón Banda, Vicente Leñero, actores como Alejandro Ricaño, Joaquín Cosío y Agustín García, su poeta favorito.
Apoyo incondicional
En su familia ha encontrado un apoyo incondicional: su hija Laura es actriz; Natalia, la más pequeña, hace sus pininos en el teatro y graba comerciales para la radio, y Austria también actúa.
Mientras que su esposa, dice, “es como mi agente literario, mi investigadora. Le digo voy a escribir sobre este pasaje de la historia y empieza a buscar; hemos hecho un equipo muy padre”.
Sobre lo que representa que sigan sus pasos, comenta entre risas que “no les quedaba opción”, y agrega: “Pero luego se enamoraron de esto. Es apasionante el teatro, desde niñas veían todo el proceso: convocar a los actores, empezar las primeras lecturas, la producción…”.
Un 2018 muy productivo
En este año Galindo repondrá la obra “Acitrón de un fandango”, que aborda la lucha cristera y para la cual trabajó con un grupo de niños.
Además trabaja en algunos textos, “estoy volviendo un poco a la narrativa y vamos a estrenar dos o tres obras de teatro”.
A un plazo más largo dice: “Me imagino feliz, disfrutando cada pequeña cosa de la vida, cada día, haciendo mi trabajo y rodeado de la gente que amo”.
Las mejores cosas de la vida pasan por accidente, no las planeamos”