21 noviembre, 2024

Por Marisol Rodríguez / Foto: Internet

El agua constituye el 60 por ciento del peso del cuerpo y es esencial para el bienestar del organismo. Para una mujer embarazada es importante mantenerse bien hidratada en beneficio de su salud y la del bebé, sobre todo en la época de verano.

Dos litros de agua al día son claves para obtener un nivel adecuado de hidratación, pero durante el periodo de gestación o lactancia, debe aumentar la cantidad unos 300 mililitros en el primer caso y 700 en el segundo, ya que la nueva madre debe producir leche, que se compone de un 90 por ciento de agua. Pero así como es fundamental, si se bebe en exceso puede provocar contraindicaciones.

Pros y contras

Uno de los beneficios del agua en el embarazo es la prevención de dolores de cabeza, náuseas matutinas, acidez estomacal, estreñimiento e hinchazón en piernas y tobillos.

Además, mejora la circulación en la placenta, asegura el suministro de nutrientes al feto, promueve la elasticidad de los tejidos y ayuda a prevenir un parto prematuro.

Especialistas en nutrición y médicos aseguran que el agua aporta el oxígeno y los nutrientes necesarios a las células, tejidos y órganos de la mujer, así como a su bebé.

Por otra parte, tenemos los contras, el beber demasiada agua provoca un descenso de los niveles de electrolitos y el equilibrio del cuerpo falla; cuando estos son bajos, se pueden presentar dolores musculares y calambres.

Al consumir una gran cantidad en un periodo corto, los efectos secundarios incluyen confusión, somnolencia, dolores de cabeza y una fatiga a los riñones que deben hacer un esfuerzo y trabajar más, dando como resultado una reacción hormonal estresante que provoca ansiedad y cansancio en el cuerpo.

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