Cuando adoptas una mascota y en especifico a un perro, casi siempre existe el temor de que tan agresivo será al crecer. Hay que considerar que la agresividad canina no es gratuita, sino que se debe a una serie de factores, así como por el entorno en el cual se desarrollan.
La agresividad de un perro puede ser por miedo, conflicto (dominancia), territorial, predatoria (hacerse de una presa), maternal y redirigida. Su lenguaje corporal denotará la razón.
En el estudio “Agresividad Canina”, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Barcelona, se destaca que: un perro dará normalmente señales de su intención agresiva antes de atacar (aunque no siempre). Además, puede manifestarse de formas diversas, como gruñir y enseñar los dientes; mientras que los conflictos más comunes son por jerarquía.
¿Qué hacer si el perro demuestra conducta agresiva?
Visita al veterinario: hay que verificar si su conducta agresiva se debe a una causa orgánica, como patologías encefálicas, epilepsia, disfunción hormonal, entre otras; o bien, si su comportamiento es por dolor. Entre 15 y 20 % de los casos son consecuencia de algún problema de salud.
Determinar el tipo de agresividad
Si la agresión no fue causada por algún malestar físico del animal, hay que analizar el comportamiento del perro con un experto, para que identifique el tipo de agresión y evalúe qué tratamiento es el adecuado para tratar esa clase de violencia.
De acuerdo a estudios internacionales, más del 80 % de los dueños de perros han lidiado con algún problema de comportamiento en sus mascotas.
No todos los comportamientos violentos de los perros se deben al mismo motivo. Identifica, mediante el lenguaje corporal y la conducta, qué situaciones desatan sus ataques y quiénes son los potenciales blancos.
Tipos de agresividad
Por miedo
Lenguaje corporal: orejas y cola bajas, temblores, retroceso
Circunstancias: interacciones percibidas como amenaza
Conducta: ansiosa
Víctima: individuos percibidos como amenaza
Por dominancia
Lenguaje corporal: mezcla de posturas, defensiva y ofensiva
Circunstancias: interacciones percibidas como desafíos
Conducta: dominante, activa, exigente
Víctima: personas conocidas, normalmente de la familia
Por territorio
Lenguaje corporal: mezcla de posturas, defensiva y ofensiva
Circunstancias: intrusión en el territorio
Conducta: influenciada por otras formas de agresión (competitiva, protectora, por miedo)
Víctima: cualquier individuo que se acerque al teritorio
Predatoria
Lenguaje Corporal: mirada fija, acecho, persecución, ataque
Circunstancias: parte de una secuencia de seguimiento, caza, agarre
Conducta: puede ser motivada por miedo o territorialidad
Víctima: cualquier individuo
Estrategias para prevenir mordiscos
Xavier Manteca, uno de los mayores expertos españoles en Etología, indica que para evitar las agresiones caninas hay que tener en cuenta la selección del perro, la socialización y la educación.
Acerca de la selección, comenta que él, como veterinario, pese a que estudios comprueban que hay razas más agresivas que otras, no se inclinaría por sugerir alguna, pues existe una gran diversidad individual. Un ejemplo es el cocker spaniel, cuya agresividad está relacionada con el color de la capa, como el dorado, que es más agresivo que el negro o el bicolor.
Añade que si se trata de reducir al máximo la posibilidad de un ataque, entonces se debe optar por una hembra, la cual tiene una tendencia menor a presentar episodios violentos.
Conducta y socialización
Para Xavier Manteca, la socialización del cachorro es uno de los puntos básicos para evitar capítulos de agresión.
Destaca que la socialización del can se divide en varias etapas, comenzando con el periodo sensible, el cual inicia cuando el cachorro tiene apenas tres semanas y termina al momento en que éste cumple tres meses, el equivalente a 12 semanas.
Este periodo es interesante porque es como una ventana que se abre desde el punto de vista sensorial, cuando el cachorro puede ver, oír y explorar su entorno. Se cierra cuando el perrito comienza a tener miedo de las cosas nuevas, ya que la respuesta al miedo empieza levemente a las ocho o nueve semanas, pero es hasta las 12 semanas que se hace patente como tal.
Indica que en las primeras ocho o nueve semanas, el cachorro atraviesa una situación privilegiada porque su carencia de miedo lo hace familiarizarse con cualquier cosa; explora, ve, oye y nada le da miedo.
Antes de las tres semanas, no puede hacerlo porque es ciego, sordo y con una capacidad de movimientos muy limitada, así que después de las 12 semanas le cuesta más trabajo familiarizarse, porque las cosas nuevas le dan miedo.
Asegura que lo más importante en la fase sensible de socialización es que el cachorro tenga contacto con otros canes, así como con personas adultas y niños, de modo que el animal no tenga miedo de las personas ni de otros perros cuando sea adulto. Esta socialización será fundamental para prevenir la agresión por miedo y disminuye el riesgo de un potencial ataque.
Educación canina, un paso fundamental
La utilización del castigo no es una buena táctica y puede generar problemas en su comportamiento. Por otro lado, el uso de ciertos instrumentos para castigarlo puede ocasionarle un estrés crónico y el miedo se convertiría en un grave problema, por lo que él recomienda que la conducta se modifique a base de premios cada que se obtenga la conducta deseada, pero nunca a través de sanciones.
“El castigo es sumamente problemático cuando el perro ya es agresivo, porque en muchos casos, el castigo lo único que hará será aumentar la agresividad del perro, con lo cual no sólo no resolveremos el problema, sino que la persona se puede poner en situación de riesgo. Por lo tanto, el adiestramiento del animal siempre debe darse en positivo”, comenta.
El especialista explica que para que haya un entrenamiento efectivo, las normas deben ser aplicadas por todos los miembros de la familia y de la misma manera, así que no deben ser modificadas de ningún forma. Por ejemplo, lo que no se le permite hoy, tampoco se le permitirá mañana y ningún integrante debe hacer excepciones, eso hará que el perro aprenda reglas de conducta y formará un entorno previsible, lo cual reduce su ansiedad y estrés; aunado a esto, se evitará el riesgo de agresividad por frustración.
Detección precoz de agresión
Para prevenir algún tipo de situación de agresividad, Manteca señala que debe vigilarse cómo responde el perro cuando está comiendo y un miembro de la familia le intenta retirar el plato, si el animal gruñe, es un ejemplo claro de que el perro probablemente desarrollará una conducta dominante, lo que podría resultar en mordeduras en el futuro; eso sí, se trata solo de una posibilidad, no es garantía.
Otra situación de detección es que si un desconocido u otro can se acerca al perro y éste reacciona con miedo, en cierto momento, se desencadenará la agresividad para defenderse de dicho temor.
Y si el perro persigue o mata a gatos y gallinas, se trata de un animal depredador. En cambio, si el niño llora y éste se muestra al acecho, se enciende la alarma, pues podría haber un incidente de agresión, por lo que de ninguna manera un perro depredador debe estar cerca de los niños.
En resumen, la agresividad de un perro hacia las personas o hacia otros animales puede ser generada por dominancia, miedo, frustración y territorial, pero la clave está en recordar que ninguna de estas actitudes surge de forma espontánea.