23 noviembre, 2024

Pese a tener más de un siglo de vida, doña Concepción Medrano no pierde el temple, manteniendo unas inquebrantables ganas de salir adelante y un divertido sentido del humor, características que la han ayudado a librar las batallas más importantes de su vida.

Quién la viera

A sus 101 años de edad cuenta que nació un 8 de diciembre de 1916 en la ciudad de Gómez Palacio, Durango, lugar en el que vivió hasta los 15 años, cuando decidió dejar a sus padres para vivir con su entonces novio, un joven policía con quien tuvo 15 hijos.

Tras escaparse con quien fuera más tarde su único esposo y luego del nacimiento de su primera hija, doña Concepción vino a Ciudad Juárez para establecerse y buscar nuevas oportunidades de trabajo, encontrando en la limpieza de casas una forma de ayudar al sustento del hogar.

Tras la supervivencia

Conchita, como le dicen sus conocidos, cuenta que siempre le ha gustado el trabajo, por lo que al verse en la necesidad no dudó en buscar una actividad que le dejara dinero, siendo la venta de dulces la que le ayudó a salir adelante luego de quedar viuda, una amarga situación que vivió hace alrededor de 25 años.

Cuenta que comenzó vendiendo mazapanes y otros dulces en el puente de la avenida Juárez, el cual dejó al no permitírsele continuar con la venta, por lo que ella y una amiga se posicionaron en el puente Porvenir, frente a plaza Benza, donde ya es un personaje muy conocido.

De 8:00 de la mañana a 5:00 de la tarde doña Concepción llega al conocido cruce y comienza a interactuar con los miles de automovilistas que diariamente transitan por ahí, los cuales pagan por las golosinas que esta simpática mujer les ofrece.

Nunca se lo imaginó

Desafortunadamente tuvo que dejar de laborar por un tiempo, pues fue víctima de un accidente vial cuando un hombre la arrolló frente a las instalaciones del Canal 44, adonde cada viernes asistía para recibir una despensa. Este accidente le dejó secuelas en uno de sus pies, lo que hasta la fecha la mantiene en una silla de ruedas, bajo el cuidado de su hija Martha.

Como en la mayoría de los casos el responsable se dio a la fuga, siendo detenido días después, aunque nunca se ha hecho responsable de las lesiones de doña Concepción.

Siempre de buen ánimo

Pero aun con el dolor de los golpes la mujer de más de un siglo de vida no pierde el buen ánimo y lúcida recuerda a cada uno de sus hijos, de los cuales solo le sobreviven cuatro: uno que vive en Piedras Negras, Coahuila; la mayor de los 15 hijos que vive aquí, en la colonia Anapra, y dos más junto con ella en la colonia Portal del Roble. Martha la acompaña durante su convalecencia.

En un ataque de risa Conchita comenta que ha sobrevivido a muchas muertes, siendo la última la de su accidente, del cual espera por fin superarlo y continuar con la normalidad de su vida.

La niña de la Revolución

Sobre su niñez recuerda vagamente que su mamá la protegía debajo de una silla mientras ocurría la Revolución, un recuerdo poco lúcido de su memoria ya afectada por el pasar de los años, pero que cuenta con singular alegría.

Dice que aunque no recuerda bien lo que pasó en esos años, sabe lo que hacía su madre para mantenerla con vida.

En la vida, dice, siempre hizo lo que quiso, respetando sus valores y la familia que desde muy joven comenzó a formar al lado de su fiel compañero, con el cual decidió fugarse siendo muy joven.


Y es precisamente a los jóvenes a quienes les envía un mensaje: “Trabajen, no pidan nomás; tan jóvenes y nomás andan pidiendo, que sus manos trabajen para que sepan qué es el trabajo”, dice mientras recuerda que a quienes les ha dicho esto se enojan al escucharla y se van, pero sabe que su consejo no es nada más que un estilo de vida que ella ha seguido y la ha mantenido con una vida útil, llena de orgullo y satisfacción.


 

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