Por Marisol Rodríguez
El final de las vacaciones de verano se acerca y llega una etapa importante para miles de familias: el regreso a clases o ir por primera vez a la escuela.
Este cambio puede despertar diferentes sentimientos en los niños, desde emoción hasta miedo, angustia y ansiedad.
Para entender mejor cómo acompañar a los hijos en este proceso, platicamos con la psicóloga Érika Grajeda, especialista en infancia, quien nos comparte consejos para hacerlo de forma sana y sin temor.
El impacto emocional
Cada niño es diferente, y su personalidad influye mucho en cómo enfrentan esta etapa.
“Para la mayoría de los niños puede resultar una actividad interesante y divertida, porque la escuela no solo es un lugar donde se adquieren conocimientos, también se aprende a socializar, y mucho de lo que se aprende es jugando”, menciona.
Pero por otra parte, están los que lo ven como una experiencia abrumadora, en especial los más pequeños que están por ingresar a la escuela por primera vez.
“La separación puede resultar angustiosa si no se les explica adecuadamente que esta es temporal y que regresarán por ellos en unas horas”, comenta la especialista.

La primera vez
Los niños pequeños tienen un fuerte vínculo de dependencia con sus padres o cuidadores, quienes les brindan seguridad, paz y tranquilidad.
Para minimizar el estrés, es fundamental que los padres se anticipen y los preparen desde casa.
“Tenemos que ir un paso adelante, explicándoles qué es la escuela y cómo funciona. Es muy útil jugar con ellos y simular su primer día de clases. Puede ser tan simple como sentarse con sus muñecas o carritos y empezar una conversación”, recomienda.
El papel de los padres, esencial
Grajeda enfatiza en que el trabajo principal de fomentar una buena relación entre los niños y la vida escolar recae en los padres.
“Se trata de darles herramientas emocionales suficientes para que enfrenten nuevos retos con el menor nivel de estrés posible”, agrega.
La anticipación y las rutinas son esenciales porque ayudan a dar tranquilidad, “si los pequeños saben qué actividades ocurrirán durante el día, eso les da seguridad”.

¿Y si no quieren ir a la escuela?
La angustia que representa la escuela para muchos niños varía, según el grado escolar.
En preescolar es común que se presente los primeros días. En otros grados, los motivos pueden varias enormemente: desde malos hábitos de sueño y alimentación hasta la percepción de que no pueden afrontar los retos del nuevo grupo, dificultades para socializar u otras situaciones más problemáticas.
“Si el niño o la niña presenta un cambio repentino de personalidad, si deja de hacer cosas que antes hacía, por ejemplo, llora mucho o grita cuando antes no lo hacía, es señal de que se necesita apoyo”, expresa.
Por último, agrega que la escuela no debería ser un lugar que cause angustia prolongada o miedo, “si identificas este tipo de sentimientos en tus hijos, acude con un psicólogo o consejero que te apoye para guiarlos”.