Por Marisol Rodríguez / Fotos: Internet

El juego es una herramienta esencial en el desarrollo óptimo de los niños, al contribuir a su bienestar cognitivo, físico, social y emocional.

La Academia Americana de Pediatría destaca que existen múltiples beneficios, entre ellos contribuir al desarrollo de un cerebro sano, evitar enfermedades, facilitar la interacción con el mundo, adquirir competencias y habilidades sociales, mejorar las relaciones afectivas familiares y ayudar al aprendizaje de valores.

Los juegos permiten practicar con los hijos un amplio catálogo de estos últimos, entre ellos:

Igualdad: Al relacionarse con otros niños mediante el juego, aprenden a entender la importancia de la igualdad tanto de género como entre las diversas etnias, razas y religiones, tratándose todo con el mismo respeto.

Empatía y solidaridad: La inteligencia emocional que se desarrolla al jugar comprende capacidades básicas como la percepción y canalización de las emociones, autoestima o la comprensión de los sentimientos de los demás. Los juegos desarrollan valores innatos como la compasión y el altruismo.

Aceptación: En la etapa infantil, los niños se perciben a sí mismos como los ven los demás. La aceptación o rechazo social tiene un impacto en su autoestima y el juego en grupo puede favorecer el desarrollo de una identidad positiva que los lleva a comportarse con seguridad y autonomía.