¿Quién no se ha enfrentado alguna vez a un hijo que se niega a comer? Cocinar una comida requiere energía y tiempo, y este rechazo puede generar en nosotros frustración, enojo, desesperación e incluso preocupación. A pesar de lo frustrante que pueda llegar a ser, estaremos todos de acuerdo en que las reacciones enérgicas y faltas de comprensión no resolverán el conflicto ni mejorarán el momento. A continuación te presentamos una serie de consejos para que te deshagas de este problema.
1. Ajusta el horario del aperitivo
En todo el estrés que alimentar a los niños puede causar, olvidamos que ellos tienen apetito y, como nosotros, no desean comer cuando no tienen hambre. Si tu hijo niega constantemente a cenar, puede que debas cambiar el horario del aperitivo. Quizá lo único que ocurre es que ellos ya tienen su apetito saciado.
2. Reconsidera cuándo servir verduras u otros alimentos poco atractivos para ellos
Los adultos solemos pensar en la cena como la comida principal, pero es posible que sea también la comida en la que tu hijo ya se encuentra cansado. Cuando los niños están cansados son menos propensos a comer alimentos que no les encanten. Si tu hijo almuerza después de una siesta y usualmente está más descansado que para la cena, considera hacer del almuerzo la comida en la cual incluirás más verduras.
3. Dales agua en vez de otras bebidas
Un gran vaso de leche puede que no nos llene a nosotros, pero ciertamente a un niño sí, y disminuirá su apetito más de lo que crees. Si solamente beben agua entre comidas, hay más posibilidades de conseguir que los niños se coman la cena sin tantas peleas.
4. Reduce las porciones
Si no tiene mucha hambre o no le apetece lo que le has servido en el plato, ver grandes porciones puede causar que se sienta abrumado, lo que sin lugar a duda se convertirá en obstinación. Las porciones más pequeñas las percibe como más manejables y es más posible que esté abierto, aunque solo sea a probarlas.
5. Dales a probar primero
Si tienes a un hijo quisquilloso con la comida, puede ser una muy buena solución. Ve probando con pequeños platos diferentes comidas que puedan llegar a gustarle. Es una estrategia inteligente.
6. Cuidado con las horas a las que cenan
Si sirves la cena demasiado temprano, antes de que tu hijo tenga hambre, o demasiado tarde, cuando ya está demasiado cansado, es menos probable que se le antoje comer algo. Juega con la hora de cenar de la misma forma que juegas con los horarios de siestas, y recuerda que necesitas ajustarlos a medida que van creciendo y cambiando y fijar nuevas rutinas.
7. Incentívalos
Los postres pueden llegar a ser bastante efectivos como recompensa por haberse comido la cena, siempre sin representar un perjuicio en los hábitos alimenticios correctos. Pero los dulces no son el único incentivo positivo o refuerzo que puedes usar para lograr que las cenas sean más placenteras. Si deseas que tus hijos coman más, más saludable o que al menos no se quejen, considera una tabla de pegatinas o adhesivos, una jarra de canicas, o cualquier otro incentivo positivo que funcione en tu casa.
8. Deja que te ayuden a planificar una (o dos) comidas a la semana
Muchos de los retos a la hora de comer provienen de luchas de poder. Y ¿qué mejor forma para que tu hijo intente ganar algo de control que en la mesa a la hora de cenar? Después de todo, no hay nada más personal que comer. Deja que los niños planifiquen la comida y te ayuden a cocinar, y permite que escojan. Esto puede ayudar a calmar la sensación de que no tienen elección en el asunto.
Si son muy pequeños o extremadamente quisquillosos y sus decisiones no son razonables, considera permitir una vez por semana comer waffles, hotcakes o algo dulce que les guste para cenar, siempre que el resto de la semana coman de manera saludable. O dales algunas opciones para que puedan escoger.
9. Incluye en su plato una comida sana que les encante
Si existe algo sano que les guste y te preocupa que no se coman la cena, incluye ese alimento cada noche si consideras que debes hacerlo, y así podrás conseguir que los niños se coman la cena. Incluso es posible que encuentres que, con el tiempo, también se coman los otros alimentos del plato. Este enfoque es mucho más efectivo que servir tu cena esperando que tu hijo se la coma, aunque lo hagas antes de ir a dormir cuando se esté quejando de lo hambriento que está.
10. Déjalo pasar y comienza a servir desayunos más abundantes y saludables
Nuestro objetivo al alimentar a nuestros hijos no es que ellos acepten la comida saludable en particular, sino ayudarlos a desarrollar una relación con la comida saludable. Sin embargo, la mejor forma de que ocurra justo lo contrario es pelear noche tras noche, cena tras cena. Si piensas que lo has intentado todo, dale un descanso, al menos por un tiempo, y deja que las cosas fluyan. Cambiará: eso seguro. Y siempre puedes servir desayunos más grandes y saludables por la mañana para obtener esos nutrientes necesarios.