Con los ojos del alma Jessica Félix Ramírez ha aprendido a ver la vida y a disfrutar todo lo que existe en ella, como la música.
Destacada en el piano y la flauta, desde hace dos años forma parte de la Orquesta Sinfónica Esperanza Azteca Ciudad Juárez.
A sus 14 años Jessica es una de los dos adolescentes invidentes que se han integrado a este proyecto, en que suma ya más de 15 conciertos.
De carácter fuerte, su compromiso y constancia la han hecho avanzar a pasos firmes hacia las metas que se propone.
El descubrimiento
Fue en tercer año de primaria en unas clases de desarrollo personal cuando Jessica descubrió su gusto por la música.
“Me leyeron las opciones y como el deporte era más difícil porque me tenían que ayudar y dibujo no me gustaba, elegí el piano”, recordó.
Jessica tiene una hermana cuata que también es parte de la orquesta en la sección de cuerdas; ella toca el violín y el chelo.
“A mi familia le gusta que esté en la orquesta. Mi abuelita, que ya no está, se sentía muy orgullosa de mi hermana y de mí porque decía ‘ustedes son las únicas que siguieron con la generación de tu bisabuelo y tu abuelo’; él tocaba el saxofón y ninguno de mis tíos salió músico”, platicó.
La orquesta
Los papás de Jessica conocieron la labor del maestro Roberto Prieto con invidentes y la convencieron de hacer una audición para flauta, aunque ella quería saxofón.
Al principio no fue fácil, “siempre pensé que en un instrumento de viento batallas para sacarle el sonido, me ponía a ensayar en la casa y le decía a mi hermana ‘¿por qué no me sale?’”.
Jessica aprendió a leer y escribir las partituras en braille. Después de conocer el sonido del instrumento, la teoría y notas comenzó a ensayar igual que el resto de la orquesta.
Hasta este momento uno de sus temas favoritos es el de Piratas del Caribe, porque dice que tiene más acción.
Sobre estar en un escenario y recibir el aplauso mencionó que no es un logro personal, sino de todo un equipo: “Si te lo empiezas a tomar personal llega un momento en que te crees y te empiezan a salir mal las cosas”.
Jessica es muy dedicada, ensaya todos los días –incluso cuando no tiene clases–, y afirmó que la música le ha ayudado a agilizar su mente para aprender de todo.
Una chica alegre
“Yo digo que soy una persona que me gusta tener amigos, estar en familia, hablarle a la gente que pueda… a veces sí me da vergüenza, pero casi no”, platicó.
Y agregó que uno de sus defectos es que se desespera mucho, “quiero que todo me salga rápido cuando yo quiero, si no me enojo. Tengo carácter muy fuerte”.
En la escuela comentó que le va bien, “escribía en braille y una maestra me dijo ‘usted me lo va a tener que leer’. Me empezaron a enseñar a usar la computadora, al principio me desesperaba, pero después aprendí y se me hizo más fácil porque pude entregar los trabajos más rápido”.
Fanática de la comida, en especial las enchiladas rojas y verdes, comentó que además de la música le gusta el deporte y cada vez que juega México escucha los partidos.
De grande Jessica se imagina como buena adulta con más responsabilidades y toma de decisiones, pero también compartió su deseo por seguir en este ámbito. “Quiero estudiar música en la UACJ, tener un trabajo y dar conciertos”.
A mi familia le gusta que esté en la orquesta. Mi abuelita, que ya no está, se sentía muy orgullosa de mi hermana y de mí porque decía ‘ustedes son las únicas que siguieron con la generación de tu bisabuelo y tu abuelo’; él tocaba el saxofón y ninguno de mis tíos salió músico”
