21 noviembre, 2024

Existe una adicción que cada día va en aumento: la adicción al sufrimiento, la adicción a la infelicidad; esa costumbre que tenemos de lamentarnos constantemente por todo lo que nos sucede, o peor, por lo que creemos que va a suceder. Lo más lamentable del caso es que muchas de esas situaciones tan terribles fueron maquiladas en nuestra propia mente y aún no suceden o probablemente no sucederán.

Igualmente mucho de lo que nos hace sufrir son situaciones o eventos del pasado que no podemos cambiar por carecer de la capacidad de retroceder en el tiempo. Nos hacemos maestros de la lamentación y engrandecemos los problemas y magnificamos los agravios.

Estoy seguro que este aumento en la adicción a la infelicidad es por los altos niveles de estrés a los que nos sometemos, por la cantidad de relaciones fallidas y tormentosas que permitimos y por la poca capacidad de tolerancia que se ha manifestado con mayor medida en los últimos años, fruto de la rapidez en las comunicaciones y el estilo de vida que hemos adquirido hasta para comer. Recordarás que antes cocinar era todo un proceso de varias horas: las casas al mediodía olían a comida y no existía tanta facilidad para cocinar como ahora. Todo rápido, todo ya, todo en este momento. Anteriormente teníamos que esperar y la tolerancia te ponía en movimiento. La distancia no nos permitía saber en forma inmediata de las personas que amamos, como ahora con el celular, el Facebook y el WhatsApp.

Byron Katie compartió un extraordinario método para controlar los pensamientos desgastantes y destructivos que constantemente nos asechan. Diseñó The Work (El trabajo), un sencillo y a la vez poderoso método de indagación que nos enseña a identificar y a cuestionar los pensamientos causantes de sufrimiento en el mundo. Es una manera práctica de entender qué te está doliendo y enfrentar la situación, pero con claridad. Este método ayuda enormemente a disminuir la ansiedad y la depresión a través de una mayor claridad mental y, por lo tanto, más paz y energía.

Dentro de este método, lo que más me ha servido son las cuatro preguntas que puedes formularte para detectar claramente un problema. La mente tiende a magnificar las crisis y nos quiere convencer de que algo es más grave de lo que realmente es.

Te pido que pienses en este momento en un problema que te aqueja y que te formules las cuatro preguntas que Byron Katie recomienda para analizar el conflicto en cuestión. Haz lo posible por no contestar en forma rápida; interioriza, analiza a fondo cada pregunta en relación con el problema que te afecta.

1. ¿Es verdad?

2. ¿Puedes saber que es verdad con absoluta certeza?

3. ¿Cómo reaccionas, qué sucede cuando crees fielmente en ese pensamiento?

4. ¿Quién serías o cómo te sentirías sin el pensamiento?

Por ejemplo: Me preocupa no tener trabajo en el futuro y eso me provoca una gran ansiedad.


Enfrentando este problema en cuestión con las cuatro preguntas sería así:

1. ¿Es verdad?

¿Es verdad que te vas a quedar sin trabajo? Es verdad que cuando suceda esa situación no tendrás la fortaleza para enfrentarlo y caerás en ansiedad o depresión.

2. ¿Puedes saber que es verdad con absoluta certeza?

Sin lugar a dudas, esta segunda pregunta me enfrenta una vez más con el problema en cuestión y me hace enfrentar a mi propia mente para evitar las terribles suposiciones.

¿Estoy plenamente seguro que me quedaré sin nada que hacer y que no podré sobrellevar esta crisis? No creo. Si otros han salido adelante ¿por qué yo no?

3. ¿Cómo reaccionas, qué sucede cuando crees fielmente en ese pensamiento?

Obvio, con una ansiedad por algo que aún no sucede y me amarga el presente; una negatividad contagiosa y una vibra que atrae precisamente eso que tanto tememos. Estoy seguro que cuando estoy negativo o pesimista atraigo irremediablemente más situaciones similares que empeoran mi vida.

4. ¿Quién serías o cómo te sentirías sin ese pensamiento derrotista y desgastante?

Me sentiría más pleno y con mayor optimismo. El problema puede seguir ahí, pero por el momento lo que sí puedo hacer es realizar lo que tengo que hacer de la mejor manera y tener la esperanza de que lo bueno y lo mejor está destinado para mí.

De cada uno de nosotros depende que nuestra vida sea una constante tragedia donde uno es la víctima eterna de las circunstancias, o un protagonista de nuestra propia historia.

Espero te sirva este breve ejercicio que te enfrenta de manera más inteligente a las adversidades.


¡Ánimo!

Hasta la próxima.

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