Todos debemos estar conscientes de que nos es imposible tratar de controlar todo lo que en una forma u otra nos atañe. No podemos controlar lo que nos va a suceder mañana o dentro de cinco años; es imposible controlar el futuro. El pasado, eso es: pasado; acontecido, ido, jamás recuperable y por lo mismo, fuera de nuestro control. De lo único que podemos tener control o deberíamos tener control, es de nuestros pensamientos.
Sin embargo, ¡qué difícil es a veces controlar nuestros pensamientos! Cuando no tenemos control de ellos podemos alimentar al subconsciente con toda clase de historias que se van tejiendo en nuestra mente hasta hacernos la vida imposible y lo más tremendo de la tragedia es que son historias o acontecimientos que aún no han sucedido, pero que nos los describimos tan reales en nuestro pensar que los damos por hecho, como si los estuviéramos padeciendo en realidad.
Cuántas veces dejamos de vivir y disfrutar momentos agradables en los que deberíamos estar felices por estar anidando en nuestra mente un mal presagio, un miedo a lo que nos puede pasar, un temor a lo desconocido. De una serie de malos pensamientos –por poner un ejemplo– se nutren los hipocondríacos: piensan que están enfermos de todo y pasan el tiempo arruinándose su vida.
¿Eres tú de esas personas que no pueden controlar sus pensamientos? ¿Te consideras incapaz de cambiar o expulsar un mal pensamiento de tu mente? Para poder dar respuesta a estas preguntas es necesario analizar el tipo de pensamientos que predominan en tu mente. En tu vida cotidiana, ¿son tus pensamientos positivos y alentadores, o están cargados de pesimismo? ¿Son pensamientos que te motivan a estudiar, a trabajar, a cultivarte, a buscar la felicidad, o te inclinan a vivir sin ánimo, siempre temeroso, renegando de todo y por todo? Pues déjame decirte que tus pensamientos tienen una gran influencia sobre tu comportamiento.
Veamos un ejemplo: si el médico le anuncia a un paciente que tiene una enfermedad seria y que con un tratamiento largo pero efectivo puede curarse, los pensamientos que al respecto admita el paciente en su mente tendrán una importante repercusión en su futuro. Si empieza a imaginarse lo peor y que se siente al borde de la tumba, ¡qué pobre vida tendrá esa persona! Si por el contrario pone en sus pensamientos deseo de superar la enfermedad, de librarse de ella sin importar el tiempo y el esfuerzo, vivirá siempre con ese aliciente que le dará fuerzas.
Otro ejemplo: si tú en estos momentos no has ingerido ningún alimento y comienzas a imaginarte unos taquitos de barbacoa, con su cebollita, su cilantro, con salsita, sobre una tortilla recién aplaudida, ese solo pensamiento avivará tu apetito y te hará correr de inmediato adonde Don Taquero prepara tan suculento manjar. Pero ¿y si piensas que “a lo mejor” te harán daño?, ¿qué crees que sucederá?
Un pensamiento provoca siempre un sentimiento. Cuando ves que una persona actúa de tal o cual manera, generalmente lo hace por la influencia de lo que piensa. Por eso me atrevo a sugerir que si eres de las personas que anidan en su mente pensamientos negativos, ¡trata de desecharlos!, ¡contrólalos! Así podrás modificar tus sentimientos y tus acciones.
Es fundamental hacer un alto, un análisis del tipo de pensamientos que albergamos en nuestra mente. Qué diálogo interno manejamos. Qué preguntas nos hacemos cuando estamos en silencio. Qué pensamos de la gente que nos rodea. Del resultado de ese análisis, podrás conocer los sentimientos que te animan.
Debemos ser personas de fe. Creer siempre en lo bueno; ser optimistas; buscar y creer siempre en lo mejor, porque en esa forma atraemos solo cosas buenas. Si pensamos en forma positiva atraeremos lo que deseamos que ocurra. Si pensamos en forma negativa, haremos llegar a nosotros lo que no deseamos.
Pienso que es fundamental limpiar nuestra mente todos los días. Desechar tantos y tantos pensamientos que lo que ocasionan es arruinar nuestro presente, nuestro ahora, la felicidad que merecemos. Trata de analizar hoy por la noche los pensamientos acumulados en el día y verás cuánta basura le metemos a la mente. Tírala.
Al momento en que sientas que se está colando a tu mente un pensamiento malo, negativo, destructor, ¡deséchalo de inmediato! Cambia de acción, ponte a cantar, ponte a gritar si quieres, inicia una carrera, piensa en lo bello que es el cielo, la naturaleza, la vida, simplemente piensa en lo bellos que son los atardeceres, en la hermosura de una rosa, en cualquier cosa positiva y verás como de ahí se desencadenarán solo pensamientos buenos.
Quiero concluir con un pensamiento que compartió conmigo un profesor hace ya algunos años. Eso me ha ayudado –y creo que te pasará lo mismo– a entender la influencia que sobre nuestro actuar y forma de ser influyen nuestros pensamientos:
“Mantén tus pensamientos en positivo, porque tus pensamientos en positivo se convierten en palabras. Mantén tus palabras positivas, porque tus palabras se convierten en acciones. Mantén tus acciones positivas, porque tus acciones se convierten en tus hábitos. Mantén tus hábitos positivos, porque tus hábitos se convierten en tus valores y tus valores, se convierten en tu destino.”
¡Ánimo!
¡Hasta la próxima!
Dr. César Lozano
Conferencista internacional y conductor de radio y televisión
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