16 abril, 2024

Por Carlos A. Rodríguez / Fotos: Internet

La docencia es una de las actividades que más orgullo causa a aquellos que la ejercen. Como educadores se tiene el privilegio de ser un eslabón fundamental en cualquier sociedad, y no necesariamente se debe estar anclado a un determinado lugar (edificio), sino la responsabilidad que conlleva al dedicarse a tan honorable profesión. En esta ocasión, la mirada estará puesta en una gran educadora mexicana, poco conocida para algunos, pero con una importancia histórica y social en la educación de nuestro país. 

Familia y primeros estudios

El 23 de noviembre de 1876, nació una niña, que con el tiempo se convertiría en una de las educadoras más relevantes de la nación. Originaria de La Paz, Baja California Sur, María Rosaura Zapata Cano fue la hija primogénita del matrimonio formado por el Capitán Claudio Zapata, jefe de las armas de Baja California en 1877, y la Señora Elena Cano Ruiz, originaria de Mulegé, Baja California Sur.

Ante las constantes ausencias de su padre, a los 3 años de edad Rosaura y su madre viajan a la Ciudad de México para poder reunirse con él y hacer una vida en familia. En este lugar realiza sus estudios de primaria y preparatoria, y posteriormente en el año de 1898 ingresa a la Escuela Nacional para Profesores. La mencionada carrera tenía una duración de 4 años y al final egresa titulada como Profesora de Educación Preescolar.

Una obra monumental

Debido a sus excelentes notas académicas y a su personalidad brillante e inteligente, en el año de 1902 es enviada por el Gobierno Porfirista a Estados Unidos de América para iniciarse en el conocimiento de Los Jardines para Párvulos (que serían los antecedentes de los Jardines de Niños actuales). 

El ministro de educación don Justo Sierra la apoyó para que viajara a Europa, estuvo en Alemania, Francia, Bélgica, Suiza e Inglaterra, visitó los jardines de niños creados por Enrique Pestalozzi y Federio Froebel. Regresó a México en 1906 y se dio a la tarea de incrementar la creación de más escuelas, elaborando programas, apuntes, ideando juegos educativos y seleccionando textos escolares.

Posteriormente regresa a México e inicia con el establecimiento de este sistema de enseñanza por toda la república mexicana. Una labor titánica, puesto que nuestro país se encontraba envuelto en grandes desigualdades económicas y sociales, lo que dificultaba que las familias pudieran dejar que sus hijos acudieran a estos nuevos centros de enseñanza.

Revolución mexicana

Durante los 11 años que duró la Revolución Mexicana, el trabajo de Rosaura Zapata quedó en pausa y, una vez lograda cierta estabilidad en la república mexicana, en el año de 1926 es nombrada Inspectora de los Jardines de Niños del Distrito Federal. 

En 1928 es ascendida a Inspectora General de Jardines de Niños. En 1910 impartió clases en la Escuela Nacional de Maestros, durante el gobierno de Venustiano Carranza, la profesora Zapata estableció en Veracruz el primer Jardín de Niños.

El Jardín de niños

En 1928 siendo inspectora general de Jardines de Niños estableció el sistema nacional de enseñanza. La semilla que doña Rosaura sembró, germinó en gran parte del país, hasta en la pobre región de Valle del Mezquital se abrieron varios jardines.

La profesora organizó cursos de capacitación por toda la República, gracias a su intervención se creó el Instituto de Información Educativa Preescolar para unificar la formación de las educadoras. Participó en todos los congresos panamericanos del niño, sobresaliendo por sus propuestas en el celebrado en 1942 en la ciudad de Washington.

Más allá del aula

La profesora Zapata Cano incursionó en la narrativa y es autora de varios libros entre los que podemos mencionar: Cuentos y conversaciones para jardines de niños, Rimas para jardines de niños, Cantos y juegos, Técnica de la educación preescolar, entre otras varias obras. Escribió también para varias revistas especializadas.

En el año de 1948 recibe la medalla por 30 años de servicio y, en 1952, la medalla Ignacio Manuel Altamirano por 50 años de servicio docente.

El 3 de enero de 1953, a propuesta del entonces presidente Adolfo Ruiz Cortines, se expidió el decreto por el cual anualmente se entregaría la medalla Belisario Domínguez “para premiar a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores de nuestra Patria o de la Humanidad”. 

En el año de 1954 el Senado de la República Mexicana entrega la primer medalla y el gran honor recae sobre la Profesora Zapata Cano como un justo y merecido reconocimiento a sus altos méritos educativos, siendo además, la primer mujer en recibir esta alta distinción. Poco después la maestra Zapata Cano decide retirarse del servicio docente y descansar en su domicilio de la Ciudad de México.

La educación preescolar como legado

Es importante mencionar que Rosaura Zapata siempre estuvo ligada al desarrollo de la educación preescolar en Baja California Sur, ya que viajaba constantemente a su estado natal para inaugurar centros de preescolar y asistir a los exámenes de futuras profesoras en este nivel educativo.

La maestra Zapata Cano fallece el 23 de julio de 1963 a la edad de 87 años. Sus restos mortales fueron depositados en el Panteón Jardín de la Ciudad de México. En el año de 1986 fueron trasladados a la ciudad de La Paz y reinhumados en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres.

La educación preescolar es una de las etapas más importantes, y no por ser la primera a la que se enfrenta el niño, sino porque las educadoras, literalmente, tienen el futuro en sus manos.

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