28 marzo, 2024

Llegó en calidad de extranjero, pero con el paso de los años el artista francés Sébastien Lange se ha convertido en un juarense más.

A sus 48 años ha dedicado tres décadas al teatro, un amor que –dice– viene de encuentros y lecturas, “desde mi niñez leo teatro regularmente, los griegos me inspiraron mucho”.

“Don Juan” de Molière fue la primera obra que vio en escena y sus inicios fueron cuando sus padres lo enviaban a campamentos de vacaciones.

“Con bicis en las montañas teníamos la idea de hacer pequeñitos espectáculos en cada pueblo, tenía como diez años”, recuerda.

Hoy en día la vida del artista transcurre en medio de funciones, clases y talleres que lo mantienen en un viaje de ida y vuelta entre Francia, Estados Unidos y México.

A través del tiempo

Para Sébastien estos treinta años dedicados al teatro son como si siguiera un camino hacia el Everest, “nunca termina, detrás de las montañas hay otras, si lo ves como un objetivo te va a cansar, al momento tú percibes que el arte es infinito”.

El artista agrega que ha sido un camino caótico y expresa que es un hombre de encuentro, de inspiración, quien ha tenido experiencias que lo han ayudado a continuar.

“Casi cada semana digo ‘voy a parar’ desde hace 30 años. En París fui director en la radio nacional, intentaba hacer reportajes en el mundo de poetas, de culturas diferentes, pero siempre me faltaba el teatro”, recuerda.

De a quién admira, platica que a los que son discretos, a los que “hacen un trabajo hipernecesario y escondido, admiro a los que no conozco y que hacen este trabajo de la sombra, artistas y técnicos somos una familia”.

‘Ciudad Juárez me atrapó’

El primer contacto de Sébastien con México fueron sus amigos, que decidieron viajar a un país que, dice, le llamaba la atención por su poder, energía y su historia compleja.

Pero no se animó hasta que leyó a un autor chileno de nombre Roberto Bolaño con su novela “Los detectives salvajes”, sobre la cual trabajaba con su compañía en Francia.

“El centro de este libro habla profundamente de Ciudad Juárez, del feminicidio, pero también de toda esta ciudad con toda esta vida en la frontera. Me fascinó, pero de lejos”, platica.

Fue así como hizo una reflexión de qué era lo que como europeo le fascinaba, “quería saber, tenía que venir a esta ciudad para ver lo que pasa no solamente respecto a la violencia; me atrapó la ciudad, su gente”.

Sébastien se confiesa más de vivir en la naturaleza, pero una urbe como Juárez ya lo ha hecho amar la ciudad, “siento con las vistas del cielo, los atardeceres, amaneceres, que también estoy en la naturaleza; el desierto lo siento muy fuerte”.

Complejo y emocional

El artista señala que tiene una personalidad muy compleja y emocional, “soy un intuitivo, visceral, soy animal, si puedo vivir desnudo en un bosque yo lo hago”, dice entre risas.

Para Sébastien uno de sus pasatiempos es irse a la naturaleza, ya sea a caminar o a dormir, “es una necesidad”.

De sus planes comenta que después de Navidad se irá al Centro Universitario Cultural (CUC) de la UNAM a dar clases a quienes cursan los últimos años antes de que salgan a la vida profesional.

A su regreso a la frontera tendrá que decidir si viaja a Francia para honorar un trimestre en la Universidad de Toulouse, trabajar en un intercambio de poetas y actores entre el país galo y México para hacer algo sobre la masacre de Tlatelolco o si realiza un semestre en la Universidad de Santa Fe en Nuevo México.

Mientras que con Telón de Arena tiene planeado dirigir la obra “Retrato de una ejecución” y crear “Los vivos”, inspirado en su montaje “Los muertos”, pero con historias que suceden durante el tráfico.

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