Nicolás Vélez fue el niño que recibió un beso del papa Francisco cuando apenas iniciaba su breve estadía en Ciudad Juárez el 18 de febrero de 2016. Invitado con el contingente de Apanical, esperó algunos minutos para ver pasar al líder de la Iglesia Católica sin pensar que su vehículo se detendría metros adelante para apearse y encontrarlo entre la multitud para besarlo y darle su bendición. Quizá para el mundo solo se trató de un niño más, pero para su familia fue una luz que dio esperanza y que hoy celebran, ya que después de recibir quimioterapias por más de dos años, Nicolás completó su tratamiento y hoy se encuentra libre de cáncer.

Nicolás

Es un niño que irradia amor, su sonrisa es quizá la característica que primero lo identifica. Nació especial, ya que tiene un cromosoma más: tiene síndrome de Down y está próximo a cumplir nueve años. Sin duda ha sido un tiempo de retos para él y toda su familia, sobre todo cuando fue diagnosticado con leucemia linfoblástica en abril de 2015, un panorama nada alentador si se considera que el Down puede sumar otros padecimientos nada sencillos.

Un héroe

El diagnóstico tomó por sorpresa a su familia, pero no los derrotó. Con los mejores ánimos iniciaron los tratamientos, y entonces la realidad se hizo más dura. “Han sido unos años intensos, de un día para otro cambió la escuela por el hospital, pero es un campeón que ha llevado la quimio con altas y bajas; pero su sonrisa y sus ganas de vivir nos han dado mucha fuerza”, dijo su mamá, Susana. Para su papá –Sergio Vélez– lo más difícil fueron las quimios, que se complicaron con pancreatitis, situación que lo dejó al borde de la muerte. Recuerda que en alguna ocasión los médicos les dijeron que ya habían hecho todo lo posible, el resto fue obra de Dios. Algunas quimios, que paradójicamente combaten el cáncer, también lo dejaron en cama por muchas semanas, e incluso tuvo que aprender a caminar de nuevo.

Para nosotros Nicolás es una bendición y un ejemplo de vida, ya que nos ha enseñado a valorar cada momento”

Sergio, padre de Nicolás

Una bendición

“Para nosotros Nicolás es una bendición y un ejemplo de vida, ya que nos ha enseñado a valorar cada momento”, dijo Sergio. Para el papá de Nicolás la bendición del papa fue una confirmación de que Dios había escuchado sus plegarias y había enviado a su ángel en la Tierra para saber que estaba con ellos en esa batalla. Sus padres nunca decayeron ante lo difícil que se puede tornar el camino por su salud.

“Aunque parezca que se tiene que vivir en una constante tristeza, no es así. Allí aprendes las lecciones de vida que te pueden dar muchos niños y, cómo no, a valorar las cosas más simples y seguir sonriéndole a la vida”.

El secreto es mantener la fortaleza y la determinación justo cuando sientes desfallecer. Si ellos luchan, ¿por qué nosotros no?”

Susana, madre de Nicolás

Amor y fe

“El secreto es mantener la fortaleza y la determinación justo cuando sientes desfallecer. Si ellos luchan. ¿por qué nosotros no?”, comentó Susana. Para Sergio el camino no fue fácil, pero la ayuda de la familia, de sus otros hijos –Alejandro y Mariano–, así como el apoyo de Apanical y los doctores, fueron clave para lograr su recuperación. “Dios tiene un designio para cada quién. Es duro porque nos tocó ver que otros compañeritos de Nicolás no ganaron la batalla”. Agradecidos por el apoyo de amigos y familia, sus padres hacen un especial reconocimiento al Dr. Rubén Ornelas Ramos, oncólogo que estuvo siempre atento a lo que necesitara Nicolás; así como al equipo de Apanical, que les ayudó a comprender y orientarse en todo momento.

Doy gracias a Dios profundamente por permitirme disfrutar de la compañía de Nicolás,por darnos una segunda oportunidad y también por habernos permitido conocer a muchas personas maravillosas, pues siempre y en todo lugar tuvimos una mano amiga en la cual apoyarnos”.

Susana, madre de Nicolás