19 abril, 2024

Anne Hamilton-Byrne es quizá el nombre de la mujer más enferma y criminal que haya existido. La australiana fue líder de una secta que se dedicó a secuestrar y abusar de niños en la década de los sesenta. Hamilton Byrne fue fundadora y se autonombró como la reencarnación de Jesucristo, justificación que le dio el poder de realizar los peores abusos a cerca de 28 niños que tuvo bajo su resguardo de manera ilegal por varios años.

Los inicios

En Australia, a las afueras de Melbourne se gestaría una de las sectas más terribles de la historia. En una casa cerca del lago Eildon se fundó la secta La Familia. Gracias a que las leyes de adopción no estaban bien reguladas ni organizadas, Anne adquirió varias decenas de niños de la casa en la que vivían. Fue en el preludio del new age de los 60 y 70, cuando era popular la búsqueda de la espiritualidad, que la gurú comenzó a mezclar creencias que iniciaban con el fundamento del karma y que iban hasta el cristianismo y otros cultos.

Sus creencias

Su líder, Hamilton-Byrne, creía que el mundo se iba a acabar debido a un holocausto nuclear masivo y que sus niños iban a ser presentados como los salvadores del planeta. En la preparación para el evento, no solo los vestía de manera idéntica y blanqueaba sus cabellos de color rubio platino, sino que los sometió a brutales golpizas, días enteros sin comer y diversas formas de tortura emocional. Para que siguieran sus reglas y permanecieran asustados, les obligaba a consumir drogas como LSD, un poderoso alucinógeno.

Sacerdotisa y deidad

La imagen de Hamilton-Byrne era la de una mujer sofisticada, con gusto por las perlas y su perfume Chanel, tocando el arpa y cantando como una soprano. Fran Parker, un antiguo miembro de La Familia, menciona en un documental que “si en la antigüedad oímos hablar de hechiceras que podían esclavizar a las personas con una sola mirada, en su caso tenía una mirada que te penetraba a través del alma, hasta que te rompía”. No solo menores de edad reclutaba su fundadora, también enganchó a adultos que donaron propiedades que sumaron más de 125 mil dólares.

Las reglas

La Familia estaba llena de reglas y los infantes tenían que seguirlas al pie de la letra. Hamilton-Byrne demandaba dictar cada aspecto de sus vidas: desde cómo tenían que vestir hasta elegir con quién debían casarse y con quién no, su vocación y dónde vivirían. De hecho, para ejercer total control sobre sus víctimas Anne les hacía romper vínculos con sus familias biológicas. Además, escribió un libro de infracciones y castigos para mantenerlos a raya.

La detención

La liberación de los niños cautivos por La Familia solo fue posible gracias a la huida de Leanne, Antoinette y Sarah Moore, tres de las jóvenes de la secta que habían tenido contacto con el mundo exterior. La primera era una bailarina de ballet a quien Hamilton-Byrne le impidió hacer roles principales en sus recitales; la última, una de las más afectadas por las golpizas y el abuso de LSD. Ambas dieron con un investigador privado que manejaba información sobre Hamilton-Byrne y estaba convencido de que ella no era lo que decía ser. Fue entonces, en 1987, que la Policía recogió de la casa a un total de 28 niños.

Al cine

El documental de La Familia fue realizado por el periodista Chris Johnson y el cineasta Rosie Jones. Su estreno ocurrió en 2016 en un festival de cine de Australia y ha sido un referente de los lamentables sucesos.

Una secta y una líder viva

Hamilton-Byrne hoy en día está reclusa en un asilo de ancianos. Los cercanos a ella dicen que aún se viste de de azul, con el cabello platinado. Tiene 93 años de edad y desde hace una década padece de demencia senil. Según cuenta Rosie Jones, la vieron acurrucando con cariño una muñeca rubia. Uno más de sus queridos niños: una más de la familia.


Fuente: Documental: La Familia

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