24 abril, 2024

Por Carlos A. Rodríguez / Fotos: Internet

Considerado como uno de los escritores más influyentes del siglo XX, Juan Rulfo traspasó fronteras con solamente dos obras: El llano en llamas y Pedro Páramo. Obras maestras de la literatura universal, donde se destaca la cercanía que construye a través de las líneas que siguen cautivando a estudiantes y expertos en la materia, sin embargo, su vida es la que alimentó la tinta plasmada en las narraciones, que por así decirlo, trazando a la mítica Comala.

Una dura infancia

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, mejor conocido como Juan Rulfo, escritor y fotógrafo, nació el 16 de mayo de 1917 en San Gabriel. Fue, según el poeta Hugo Gutiérrez Vega, un prodigio literario, creador de una prosa poética perfecta en la que utiliza el lenguaje del pueblo. 

Debido a la época de violencia revolucionaria, los padres de Rulfo constantemente cambiaron de residencia, pero su infancia quedó marcada por el asesinato de su padre cuando él tenía cinco años, el 23 de junio de 1923. El hijo del presidente municipal de Tolimán fue quien le disparó un tiro en la espalda. Su madre moriría poco después, en 1927, lo que hizo que tuviera que ser internado en una escuela en Guadalajara, Jalisco.

Rulfo viaja a la Ciudad de México donde se enfrasca en el estudio de la historia del arte y de la fotografía. Durante las dos décadas siguientes, años 30 y 40, viaja por el país y escribe sus primeros cuentos, algunos de los cuales son publicados en revistas.

Su obra

El Centro Mexicano de Escritores le otorga una beca, por lo que Rulfo logra publicar El llano en llamas (1953), una antología de sus mejores relatos. 

Dos años más tarde publicaría la que sería su obra más conocida, Pedro Páramo (1955), novela que hoy en día sigue causando interés, tanto en el público como en el ámbito académico. El escritor Evodio Escalante, advirtió sobre esto, son “obras extraordinarias que marcan un hito en la literatura mexicana”. 

El llano en llamas

Esta obra es una recopilación de narraciones que fueron naciendo en momentos de reflexión a lo largo de una etapa en la vida del escritor, pero no es simplemente eso, sino que tiene una peculiaridad que la convierte inmediatamente en un texto universal:

“Los pueden leer los campesinos y los habitantes de la ciudad, yo creo que es uno de los autores nacionales con mayor penetración en todas las capas sociales, incluso en el campo, a mí me ha tocado ver a campesinos que tienen El llano en llamas, porque se identifican con el mundo que construye Rulfo, pues es el mundo de los campesinos, de la época de la Revolución y también de nuestra época, porque las cosas no han cambiado mucho”, dice Escalante.

Pedro Páramo

Esta novela fue escrita en una Remington Rand que Juan Rulfo compró por mil pesos, el 10 de noviembre de 1953. En aquellos días, el mundo literario mexicano ya conocía las virtudes de Rulfo como cuentista por las inolvidables páginas de El Llano en llamas.

La obra publicada el 19 de marzo de 1955, recibió una marejada de críticas y reseñas por parte del gremio literario, amigos y no tan amigos; donde el mismo Rulfo señalaba en una entrevista realizada en 1973 que la escritura de Pedro Páramo fue una búsqueda de estilo. 

“Tenía yo los personajes y el ambiente. Estaba familiarizado con esa región del país, donde había pasado la infancia, y tenía muy ahondadas esas situaciones. Pero no encontraba un modo de expresarlas. Entonces simplemente lo intenté hacer con el lenguaje que yo había oído de mi gente, de la gente de mi pueblo (…) Entonces el sistema aplicado finalmente, primero en los cuentos, después en la novela, fue utilizar el lenguaje del pueblo, el lenguaje hablado que yo había oído de mis mayores, y que sigue vivo hasta hoy”.

El autor reconocía que se trata de una novela oscura donde el personaje central no es Pedro Páramo, sino el pueblo que es “un pueblo muerto donde no viven más que ánimas, donde todos los personajes están muertos, y aun quien narra está muerto”.

Historias para contar donde sea

En octubre de 1985, a Juan Rulfo se le diagnosticó cáncer pulmonar, lo cual, hasta cierto punto, era de esperarse, dado su inveterado gusto por el tabaco. Finalmente, hacia las 19 horas del martes 7 de enero de 1986, Rulfo falleció a los 67 años en su departamento ubicado en la Ciudad de México.

Rulfo obtuvo en 1955 el Premio Xavier Villaurrutia por Pedro Páramo; en 1970, el Premio Nacional de Literatura; y en 1983, el Premio Príncipe de Asturias. Meses antes de su muerte recibió la notificación de que se le concedía el Doctorado Honoris Causa de la UNAM, el cual se le entregó de manera póstuma en 1986.

Las historias de este grandioso escritor se quedarán con nosotros durante muchísimo tiempo. Obras que trascienden el idioma para ser disfrutadas por todas las “gentes”, porque al final de todo, las historias de Juan Rulfo fueron concebidas a través de personas tan cercanas como tú o como yo.

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