Por Marisol Rodríguez / Foto: Internet
Sencillez, complejidad gustativa y diversidad, son tan solo algunas características de las tapas.
Un ícono de la gastronomía española que fue el precursor de los menús largos.
Caliente o frío, este aperitivo que se puede comer con la mano y se disfruta en un par de bocados, admite todo tipo de ingredientes, entre ellos los embutidos de cerdo, quesos, mariscos y verduras.
El Instituto de Turismo de España señala que las tapas comenzaron a servirse como una especialidad gastronómica en el siglo XVII y anteriormente, su función era acompañar los caldos regionales o bebidas como el vino de jerez, la manzanilla y cerveza.
“La tapa es un preparado de gran importancia cultural, una muestra de la cocina regional de España. Literalmente, en todos los pueblos y ciudades hay bares y tabernas, incluso barrios enteros, especializados en tapas”, expresa el reconocido chef español Óscar Portal.
Su popularidad es tan grande que en mayo de 2016 se propuso a la Unesco su inclusión como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Y es que, el tapeo no solo consiste en comer este aperitivo sino que tiene una función social de disfrutar de la compañía y la conversación mientras se saborean.