Por Marisol Rodríguez
Símbolo de la temporada, a las galletas de jengibre nadie se puede resistir y menos si van acompañadas de una taza de té o chocolate.
Fue en el siglo XI cuando el jengibre llegó del Oriente Medio a Europa, donde era consumido por los paladares más pudientes, hasta que dejó de ser un lujo y se volvió más accesible.
La primera receta de las galletas de jengibre fusionaba ingredientes como las almendras, pan rallado rancio (sustituido en el siglo XVI por harina), agua de rosas, azúcar y jengibre; el glaseado blanco sigue siendo característico en su decoración.
¿Quién las inventó?
Se dice que el monje de origen armenio Gregory de Nicopolis fue su creador en Grecia; al trasladarse a Francia dio a conocer su deliciosa creación y enseñó su receta a los sacerdotes franceses.
La elaboración de estas galletas con forma de persona se le atribuye a la reina Isabel I de Inglaterra, quien las regalaba a sus invitados.
Otra popular forma de las galletas de jengibre son las casitas, célebres por el cuento de ‘Hansel y Gretel’ de los hermanos Grimm. En estas fechas son muy populares y suelen ser decoradas por los más pequeños del hogar.