24 abril, 2024

Por Marisol Rodríguez / Fotos: Internet

A través de los siglos, el cheesecake se ha consolidado como una de las grandes delicias de la gastronomía universal.
Su textura cremosa, la base de galleta y los ingredientes que lo coronan como las mermeladas y frutas, lo convierten en el manjar perfecto para disfrutar después de la comida.
Los orígenes del cheesecake se remontan a la antigua Grecia, donde era consumido por los atletas en busca de obtener la energía suficiente, debido a sus proteínas, para desarrollar sus competencias en las primeras olimpiadas del año 776 antes de Cristo.
En aquellos tiempos, de acuerdo a la receta escrita por Ateneo en su colección antológica de libros ‘Banquete de los eruditos’, el pay se preparaba con queso triturado, miel y harina en una cacerola de cobre.


Más tarde, los romanos contribuyeron a su transformación y difusión por toda Europa; mientras que, con la conquista de otras tierras y la migración, cruzó el atlántico y llegó a territorio americano.
En esta región, para el año 1800, el lechero estadounidense William Lawrence inventó el primer queso crema (Philadelphia) sin querer cuando trataba de realizar su versión del famoso neufchâtel francés y así se integró al cheesecake que conocemos en la actualidad.
Su gran popularidad hizo que en la década de los setenta se declarara al 30 de julio como el día mundial de esta delicia milenaria.

Al estilo New York

Ingredientes

  • 20 galletas Graham trituradas
  • 4 cucharadas de mantequilla
  • 900 gramos de queso crema
  • 1 1/2 tazas de azúcar
  • 3/4 taza de leche
  • 4 huevos
  • 1 taza de crema
  • 1 cucharada de extracto de vainilla
  • 1/4 taza de harina
  • 1 taza de mermelada de fresa

Preparación

  1. Precalienta el horno a 175 grados centígrados; engrasa un molde desmoldable redondo de nueve pulgadas.
  2. En un tazón mezcla las galletas Graham con la mantequilla; aplasta sobre la base del molde de manera uniforme.
  3. Bate el queso crema con el azúcar hasta acremar, agrega la leche y después los huevos uno por uno. Después añade la crema, la vainilla y la harina; cuando se haya integrado vierte sobre la base.
  4. Hornea durante una hora. Apaga el horno y cuece con la puerta cerrada durante cinco horas.
  5. Reserva en el refrigerador una noche, desmolda y baña con la mermelada de fresa. Sirve y disfruta.
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